2023, el año de la consolidación
Recordaremos 2022 como un año de transición hacia la normalidad que queríamos, que no era la “nueva normalidad” sino la de siempre, aunque nunca más volvamos a ser los mismos.
Nuestras dinámicas sociales, personales y profesionales, cambiaron drásticamente entre 2020 y 2021 y eso trajo consigo el boom de los encuentros digitales, hasta la extenuación, incluso, pues fueron muchos meses en los que la ventana digital era la única posibilidad de encuentro comercial, el único escaparate para presentar y promocionar productos y servicios, no había ninguna otra ágora posible que facilitase intercambiar conocimientos y experiencias profesionales. Los estudios del sector, y nuestra propia experiencia de negocio, confirman que hemos recuperado rápidamente el gusto por el reencuentro presencial, por la experiencia sensorial completa, por un anhelo, paradójico, entre vivir aquí y ahora (tan zen) y la ansiedad (nada zen) de volver a traspasar la imagen plana de las pantallas.
Sin duda, los eventos, como herramienta siempre útil dentro de los servicios y estrategias de comunicación, han reflejado fielmente este vaivén de formatos: necesariamente virtuales en pandemia y recuperando aceleradamente la presencialidad en 2022.
Sin embargo, no parece que ahora volvamos a tener exactamente los mismos formatos tradicionales de hace siete, diez o veinte años: no podremos prescindir nunca más y totalmente de la experiencia digital. Los eventos, como nosotros mismos, son distintos para siempre. No pueden ya concebirse sin un componente digital, bien como complemento a lo presencial (canales o materiales con contenido alternativo), bien como dinamizador de la participación (canales integrados o complementarios en el mismo espacio y tiempo, preparatorios, o post evento), bien como parte intrínseca e indisociable de la experiencia presencial (entornos inmersivos).
Esta hibridación de formatos genera a muchos profesionales y agencias retos de adaptación, pero indudables ventajas para todos, proveedores y clientes, a corto y medio plazo. Es un incentivo a la creatividad pues multiplica las posibilidades de experiencia, y también obliga a una reestructuración del coste del evento. Como toda transformación tiene sus ajustes, y conviene apuntarse a la vanguardia, porque el cliente suele tener la razón.
Además de la hibridación presencial-digital, existe otra tendencia emergente consecuencia del vaivén post pandemia: ¿volvemos a los eventos preferentemente exclusivos? Quizá esto sea más materia de análisis transcurrido 2023, pero es indudable que el germen podría estar también en el año de transición que fue 2022: no solo nos reencontramos físicamente, también apreciamos más el valor de la intimidad, los espacios seguros. Los eventos de grandes audiencias y participantes seguirán teniendo sentido para determinados entornos y objetivos; el reto estará en discriminar qué aportará más valor: la calidad o el retorno de un evento puede ser contraintuitivo, como bien conocen y manejan los profesionales y consultoras del sector con una visión estratégica.
2022, reconozcámoslo, ha sido un magnífico año de transición no solo en términos de recuperación de negocio para los profesionales y las agencias de eventos: ha sentado las bases de nuevas dinámicas y nos da pistas para la diversificación de servicios. Nada será como antes, pero ahora en 2023 sabemos mucho mejor lo que queremos y cómo lo podemos ofrecer.