

LA PROFESIONALIZACION COMO MOTOR DE CAMBIO
En un entorno donde las marcas compiten no solo por atención, sino por la conexión real con sus audiencias, el evento ha dejado de ser una simple acción táctica para convertirse en una herramienta estratégica. Ya no basta con organizar momentos espectaculares: es necesario diseñar experiencias. Y para ello, el sector necesita avanzar hacia la profesionalización, con la formación como pilar fundamental.
Porque cada evento es una oportunidad única para activar la marca en un entorno real. No importa si el público es interno, clientes, prensa o cualquier otro stakeholder: es una oportunidad única en la que cada persona que asiste construye su percepción en base a lo que vive, no solo a lo que se le cuenta. La producción impecable o la creatividad ya no son suficientes, la clave está en el diseño estratégico de la experiencia.
Por eso, entender quién es la audiencia, qué rol juega la marca en su día a día y lo que queremos que sienta durante y después de interactuar con ella, es clave y marcará la diferencia en el diseño de esa experiencia.
Este enfoque supone un auténtico cambio de paradigma. Dejamos de pensar en lo que queremos contar como empresa para pensar en lo que la audiencia va a vivir y en el formato en el que quiere experimentarlo. Ya no es algo unidireccional, es una conexión emocional profunda en la que construimos una narrativa consistente con los valores de la marca y provocamos una reacción en aquellos que la viven, construyendo identidad y reafirmando posicionamiento.
Aproximarnos de esta manera exige nuevas competencias muy centradas en los conocimientos de estrategia de marca y marketing experiencial donde el reto está en diseñar experiencias en las que es el usuario el que está en el centro. La formación ya no es opcional, sino imprescindible. Tanto para las agencias como para los responsables dentro de las marcas, contar con profesionales formados en estas disciplinas marca la diferencia entre ejecutar acciones y construir conexiones que perduran.
Desde mi experiencia en el sector de automoción, donde el cliente vive la marca en cada interacción -desde la presentación de un nuevo coche hasta el concesionario – y en el que la funcionalidad ha dejado de ser un valor diferencial, he comprobado que el éxito de un evento no se mide en aplausos, sino en recuerdo, conexión y coherencia con el propósito de marca. Un buen ejemplo de ello fue la presentación de icónico R5 en “what the five Madrid”, un evento al aire libre en el que participaron clientes, empleados, proveedores, medios, agencias… y en el que conseguimos enamorar a todas esas audiencias en un mismo lugar.
Profesionalizar el sector eventos es entender que hemos dejado de hacer eventos: creamos experiencias de marca. Y eso solo es posible con equipos formados, con visión estratégica y alineados nuestro propósito. Porque cuando cuidamos a la audiencia como cliente, cada activación deja de ser efímera y se convierte en memoria de marca.
