Aunque a las marcas aún no se les ha pasado el temor a los millennials y a sus intereses y como están cambiando sus hábitos de compra y los de las generaciones anteriores y aunque las marcas aún no han logrado realmente comprender como consumen estos compradores y qué los hace diferentes, lo cierto es que las compañías tienen ya entre manos un nuevo foco de tensión: los adolescentes.

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