En el universo “marketero” tenemos una sed insaciable de cosas nuevas. Suspiramos por productos nuevos, por campañas nuevas y también por maneras nuevas de conectar con los consumidores.
Tendemos a pensar que lo nuevo, lo único, es necesariamente mejor. Pero, ¿es compatible realmente semejante fijación por la innovación con los ajustadísimos plazos con los que tienen que trabajar los “marketeros” y los publicitarios?…