En el momento que recibimos la comunicación de un: si, es vuestro, se pone en marcha toda la maquinaria humana…  y se van despertando las diferentes emociones en el transcurso de proceso de su proyecto.

La primera que se genera es alegría por haberlo conseguido… dura poco, dado que nos hemos de poner en marcha inmediatamente. Acto seguido sentimos un momento de “pánico” estructural… ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo nos organizamos?  Esta fase también suele durar poco en empresas donde los eventos son la base.

Una vez definido el equipo idóneo que participará en dicho proyecto, nos ponemos manos a la obra, buscamos en el mercado, los mejores  aliados que nos puedan proveer de todo lo  necesario, dícese: espacios, mobiliario, luz, video, sonido, decorados, caterings,  azafatas… se va creando un estado de alerta continua, hemos de conseguir los mejores compañeros, a un precio que se ajuste a nuestro presupuesto para crear el equipo perfecto, el evento perfecto.

Llega el  momento de montaje, coordinando que entre todo a tiempo, en su justo momento. Es la fase donde empieza a nacer una  excitación especial, todo ha de salir bien.

Compartimos la impaciencia de nuestro cliente esperando a verlo todo acabado y funcionando.

Estamos a punto, falta muy poco y todo está acabado.

Pruebas finales, escaleta lista, empieza a invadirnos una sensación de entusiasmo, todo está correcto y funcionando ¡¡bien!! Ahora es la confianza que nos invade y la seguridad de que todo saldrá perfecto. Entre bambalinas, estás listo.

Participantes llegando y preparados.

3..2..1.. suerte chicos…  fuera luz… entra video… concentración detrás de los intercomunicadores.

¡Bravo!, todo ha salido bien y la explosión de alegría y entusiasmo por un trabajo bien hecho es inminente. Somos grandes no tenemos fronteras…

Si señores, trabajar en eventos te da una satisfacción inmediata que pocos sectores ofrecen…

Somos unos apasionados de los eventos. Vive con pasión, trabaja con pasión.

 

Ana Mora

Managing Director

Events, incentives & travel

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